viernes, 12 de agosto de 2011

Tercera parte del cuento del aula 201



Tercera parte

Era una fría tarde de julio cuando Daniel y Eurie esperaban a su profesor, el cual los había citado en aquel restaurante de las calles Mitre y Reconquista. Hacía ya una hora que esperaban y sin embargo aún no tenían noticias, de repente se acercó un mozo y le dio a Daniel una servilleta doblada, Daniel la desplegó y leyó lo que decía: “quizás lo que vemos solo sea un recuerdo de algo extinguido”, luego se lo pasó a su compañera que estaba leyendo la carta del bar.
Al terminar de leerlo, Eurie levantó la vista y vió entrar a su profesor de botánica, que luego de saludarlos afectuosamente, se sentó y después de agradecer al mozo, pidió un café.
Mientras tomaban la merienda el profesor contó a sus alumnos el motivo del inusual encuentro. Los cité aquí porque quiero que conozcan a alguien, ya debe estar por llegar, es natural que se retrase un poco, dijo Murray. Luego de un rato se oyó un ruido de sirenas y vieron pasar dos autos de policía, a toda prisa, por la calle que costeaba el bar. Después entró un hombre de estatura media, tes blanca y vestido con un abrigo de cuero, se acercó a la mesa, saludó a Murray y se disculpó por su tardanza, luego el profesor lo invitó a tomar asiento.
Ya sentado el extraño se presento ante Daniel y Eurie diciendo: soy Eldren, un gusto, tendiéndoles la mano. El chico la estrechó, mientras Eurie le preguntó si había visto lo que había pasado afuera, a él lo que respondió que era usual que ocurriera con su estilo de vida. Al escuchar esto Daniel y Eurie no entendieron, por lo que Murray se dispuso a explicar: Eldren, como nosotros, un alquimista, pero sobre él pesa un terrible maleficio, que lo condena a vivir robando. Al escuchar esto, Daniel quiso decir la palabra ladrón, pero antes de que terminara Eldren le corrigió: en la jerga nos justa el termino “pícaro”.
Entonces, curiosa Eurie preguntó a su mentor ¿Cuál rea realmente el motivo de la cita?, a lo que Eldren contestó que por su condena estaba aprendiendo el oficio de pícaro y para esto necesitaría la ayuda del profesor. A sabiendas de esto Murray les explicó que se le había ocurrido que para ayudar a Eldren sus alumnos y él tendrían que pasar un tiempo juntos, de ese modo los chicos aprenderían de un experimentado alquimista y Eldren tendría ayuda del profesor y sus aprendices.
Al terminar de merendar Eldren, miró e reloj y se despidió de sus amigos, diciendo que debía regresar a sus asuntos. Murray asintió y también se despidió de sus alumnos diciéndoles que mañana por la tarde los vería en el aula 201.
Después de escuchar esto, Eurie se despidió de Murray y Daniel y se dirigió a su hogar. Al llegar a su casa, cenó algo y se durmió.
Al día siguiente Eurie se levantó, desayunó y se fue a la universidad. Unos minutos antes de la hora convenida con el profesor se encontró con Daniel, y juntos se dirigieron al aula conversando de que esta vez tendrían que prestar mucha atención, pues no era buena idea confiar en alguien condenado a robar. Ya en el aula, se encontraron con el profesor, quien los saludó y les pidió que le trajeran unos tubos que se encontraban en una mesada. Daniel se dirigió a dicha mesada, donde encontró unos tubos que contenían liquido de diversos colores, los tomó y se los alcanzó a Murray. Ya con los ingredientes pedidos, el profesor los puso en un balón de química, los mezcló, calentó la mezcla y la vertió en unos moldes. Cuando el preparado estuvo listo, Murray explicó que aquello era incienso para detectar fantasmas, y que no era buena idea lidiar con estos seres, pero dijo que en el caso de tener que hacerlo las espadas alquímicas serían efectivas.
Luego de que Murray dé a Eurie un talismán protector y a Daniel una piedra ígnea, los chicos partieron al encuentro con Eldren, que los esperaba en la plaza Miserere.
Al llegar, el pícaro les dijo que lo siguieran, se acercaron al monumento central que parecía un sarcófago. Luego paso su mano por un muro y de repente se abrió una pequeña puerta por la que los tres alquimistas pasaron. Ya adentro Eldren entregó a Daniel una antorcha y le pidió que apoyara la piedra ígnea en la misma, al hacer esto la antorcha se prendió dando luz al lugar que parecía una cámara mortuoria. Luego de pasar por un estrecho pasillo entraron a otra cámara, la cual tenía en el centro una especie de pirámide. Al ver esto el pícaro le dijo a Eurie que encendiera un incienso para saber si el lugar era seguro. Luego de pasarlo varias veces alrededor del prisma, comprobaron que al parecer no había fantasmas custodiando. Entonces el pícaro les dijo que necesitaba lo que había dentro del pequeño monolito, dicho esto se acercó al mismo y sacando dos pequeñas herramientas del bolsillo buscó una hendidura. Luego de una breve búsqueda la encontró, y el monolito se abrió, dejando ver en su interior una piedra de ámbar que contenía en su interior una cadena con un extraño dije.
Eldren tomó la piedra y la guardó, pero cuando miró hacia el piso observó que en las baldosas había unos extraños símbolos que, a criterio de Daniel, eran semejantes al dije. Al ver esto el pícaro les dijo a sus amigos que no se muevan, y trató de buscar un sendero seguro sin pisar estos símbolos, dicho camino los condujo hacia una tercer sala mas grande que las otras. Al entrar Eldren dijo a Eurie que encendiera el incienso, cuando el incienso estaba encendido, se vieron rodeados de fantasmas que los intimaron: ¿qué pretendes condenado?, sabes que es una valiosa pieza lo que llevas en el morral, de todas maneras no escaparás, hemos rodeado todas las salidas. A lo que Eldren respondió que sabía lo que hacía, miró hacia arriba y sacó una especie de ballesta. Disparó un gancho al techo, y abrazando a los chicos lograron salir por lo que parecía una ventana. Cuando llegaron al piso, Eldren le señaló a Daniel unas motocicletas y le dijo a Daniel que las tomaran “prestadas” y así partieron hacia el laboratorio del bandido seguidos por cinco motociclistas que les disparaban. Cuando estaban a punto de llegar una bala le dio a Eldren en la espalda, tirándolo del vehículo. Al ver esto Eurie, que conducía la motocicleta gritó y luego dobló en la esquina seguida por la motocicleta de Daniel. El pícaro se levantó, corrió por la vereda y sin ser visto encontró a los chicos, quienes lo estaban buscando, y los llevó a su laboratorio.
Mientras Daniel estaba anonadado porque Eldren no había muerto y Eurie lo miraba casi inquisitorialmente, sacó la pieza alquímica y explicó por que la quería: hace 5 años Murray y yo pertenecíamos a la misma orden alquímica con unas personas más, entre las que se encontraba Lorienne. Al poco tiempo Murray, Lorienne, y yo decidimos hacer un viaje a las ruinas de machupichu, en donde asistimos accidentalmente a un oscuro ritual. Dicho rito, consistía en sacarle las almas a personas para poseer su voluntad.
Todo marchaba “bien” hasta que el nigromante, que era el anfitrión del rito descubrió a Lorienne y quiso apoderarse de su alma. Al ver sus intenciones, intenté salvarla, desenvainé mi espada alquímica y me abrí paso entre sus seguidores. Pero cuando estaba a punto de detenerlo, su aprendiz me maldijo robando mi alma. Al ver que no podía quebrantar mi voluntad, debido a que llevaba el talismán que llevas puesto, la puso dentro de un dije. Esa es la razón por la cual estoy condenado a robar objetos alquímicos para que me ayuden a enfrentar al nigromante y el porque no estoy muerto, no se puede matar a alguien que no tiene alma. Al escuchar esto los chicos decidieron que confiarían en Eldren, al menos por el momento. Luego el pícaro mostró a sus aprendices los objetos que tenía hasta el momento: el cetro-antorcha que había robado del banco central, un anillo de una joyería, y la cadena con el dije. Después les dijo que tenían que salir de allí, pues esa noche se celebraría el mismo ritual en algún lugar de la cuidad, pero todavía no sabía donde. De repente , alguien tocó la puerta del laboratorio y luego de escuchar una voz sombría, tres fantasmas atravesaron la puerta y atacaron al grupo. Eldren tomó unos frascos de la mesada y dibujó un círculo, que al parecer los protegería de los espectros, sin embargo el líder logró atravesar el círculo. Entonces Daniel tomó la espada alquímica y se la clavó al fantasma y se desmayó.
Al ver esto, Eldren quiso socorrer al chico pero evaluando la situación, no tuvo otra opción que salir con Eurie por un túnel que estaba debajo del laboratorio.
Ya en la calle, le dijo a la chica que debía regresar con Murray y contarle lo que había pasado, mientras él volvía por Daniel. La chica se despidió y fue con Murray, mientras Eldren volvió a su laboratorio. Al regresar encontró todo revuelto y desordenado. Buscó por todos lados pero no encontró al chico, entonces se le ocurrió seguir el rastro de aura que dejan los fantasmas. Buscó en su bolsillo un incienso que había sacado de la mochila de Eurie y siguió el rastro que lo condujo a una antigua casa, rodeada de una enredadera. Luego de ver el panorama, el bandido decidió entrar por la puerta trasera, tras cruzar un corto jardín, lo esperaban dos gnomos guardianes. Luchó contra éstos y luego de atarlos con unas cuerdas los escondió en unos matorrales. Habiendo finalizado la contienda, cruzó el hall de entrada y se metió en una sala, donde había un armario y una mesa junto a un hogar. Luego de pensarlo dos veces se metió al armario. Después de un rato entraron en la sala el nigromante y su aprendiz. El primero le preguntó a su secuaz si tenia todo para el ritual, este último contestó que si y preguntó ¿Qué hacía con el prisionero?. A lo que el maestro contestó que sería una valiosa alma para poseer, así que ordenó a su adepto que lo custodiara. Después el maestro le mostró a su aprendiz el colgante del alma del que llamaban “maldito” y después de contarle la historia le dijo que el alma de un alquimista es un arma muy poderosa. Más tarde terminaron la reunión y el aprendiz se fue a custodiar al prisionero que se encontraba en una de las habitaciones de la planta alta de la casa.
Eldren salió del armario y se dispuso a buscar a Daniel, luego de buscar por la planta baja, subió unas escaleras y vió otro pasillo con cinco puertas. Intentó abrir una pero estaba cerrada, siguió inspeccionando y escuchó que en la habitación de la segunda puerta había alguien. Se metió en un baúl y al escuchar que el aprendiz del oscuro alquimista dejaba su guardia, intentó entrar a la habitación. Pero al ver que la puerta estaba cerrada, armó un arco que llevaba y disparó una flecha contra la puerta y ésta se abrió. Dentro estaba Daniel custodiado por un espectro encapuchado, que luego de escuchar como el picaporte de la puerta caía a causa del flechazo empuñó su daga con fuerza. Eldren se puso al costado de la puerta e irrumpió en la sala mostrando el objeto robado del monumento. Cuando el espectro vió el dije, éste brillo, dejando al guardián encerrado en una cápsula de ámbar. Enseguida, el pícaro entró en la habitación y desató al chico. Ya en libertad, Daniel dijo a Eldren que el ritual se celebraría esa misma noche en una plaza cerca de la casa. Al escuchar esto el alquimista, dio al chico el anillo de la joyería y dijo que lo sacaría de apuros, miró por la ventana y se le ocurrió salir trepando por la enredadera que rodeaba el muro.
Al llegar al piso los esperaban dos estatuas armadas con lanzas, en seguida los alquimistas se lanzaron al combate y cuando una de las estatuas estuvo apunto de atravesar al chico, brilló el anillo y proyectó un escudo de luz que lo protegió del ataque, luego Eldren sacó su espada y le cortó un brazo a la estatua con la que combatía y atravesó a la otra. Luego corrieron fuera de la casa, llegaron a la plaza donde se celebraría el rito y buscaron un lugar seguro para esconderse. La plaza tenía un lugar delimitado por un cerco de muros bajos y en el centro había una fuente, la cual iba a ser utilizada para el ritual. Ya se encontraban en el lugar el nigromante, su aprendiz, y los seguidores de la orden. El nigromante tenía un libro en las manos y se disponía a leer, Eldren y Daniel espectaban todo desde su refugio. Mientras tanto, Eurie informó a Murray lo que había pasado, éste le dijo que debían asistir al ritual y detenerlo, pero ¿cómo iban a saber donde ocurriría?, entonces el profesor agarró unos frascos y montó con su aprendiz al halcón gigante. Luego de volar confiando en la formidable vista de la bestia, el halcón logró divisar a Eldren, entonces Murray tuvo la idea de aterrizar tres cuadras antes de la plaza para no ser vistos.
Después de aterrizar, el maestro le dio a su estudiante tres bombas de humo, y fueron en busca de Eldren, pero solo encontraron a Daniel, que les dijo que el pícaro había salido del refugio. Entonces Murray les dijo a los chicos que detuvieran a los secuaces de la orden del nigromante, mientras él se encargaba del nigromante. Los chicos salieron del refugio y se encontraron con los seguidores de la orden que también tenían espadas alquímicas. En aquel momento Eurie desenvainó la suya de cuarzo azul y amatista, y se dispuso a luchar. Mientras Daniel, con su espada en la mano logró vencer a unos cuantos, pero cuando se vieron rodeados, Eurie hizo estallar las bombas de humo, ato seguido escucharon un ruido de flechas que cortaban el aire. Era Eldren que, luego de hacer blanco en cinco sectarios, los sacó del combate llevándolos al nuevo refugio.
El nigromante al ver el combate sacó su espada y esperó. De repente llegó Murray, desenvainó la espada, y entró en combate con el oscuro alquimista y su aprendiz. En el fragor de la batalla el aprendiz del oscuro alquimista logró despojar al profesor de su espada. Entonces el nigromante levantó la espada y dijo: cuando acabe con tigo Murray robaré tu alma y te haré hacer cosas terribles a mi servicio. Luego de decir esto una flecha surcó el aire, y clavó la túnica del aprendiz del oscuro en un árbol aledaño. Era Eldren que viendo la escena corrió hasta donde estaba su amigo enarbolando la espada, y entró en un feroz combate. Enseguida el aprendiz del nigromante se libró del árbol y trató de ayudar a su maestro, pero se encontró con Eurie, quien había seguido a Eldren, y ahora amenazaba al aprendiz de alquimista con su espada. A todo esto, Daniel hojeaba rápidamente el libro alquímico que había caído para ver si habría algo que pudiera ayudarlos.
En medio del combate Eurie logró sacar del bolsillo del aprendiz el colgante que contenía el alma de Eldren y lo guardó en su bolsillo. Mientras tanto, el nigromante logró reducir al pícaro y a Murray.
Daniel, al ver esto pasó unas cuantas páginas y encontró un conjuro para devolver almas. Luego de pronunciarlo, desde la multitud de seguidores de la orden apareció Lorienne. Que luego de ver lo que pasaba con Eldren, tomó la espada de Murray y combatió al nigromante, envolviéndose en una encarnizada lucha. Luego de esquivar tres estocadas mortales, Murray arrojó a Lorienne uno de los frascos que había tomado de la mesada del laboratorio. Lorienne lo abrió y salió un aura de color verde que se fundió con el filo de la espada de Murray. Al ver esto el nigromante atacó una vez más a Lorienne, pero esta vez el filo verde le atravesó la túnica y ese fue el final del oscuro alquimista. Al caer el nigromante, Eurie vió que se trataba de la misma persona que había visto en las montañas de Tandil, y cuando se dio vuelta el aprendiz del caído había escapado.
Luego Eldren se levantó, corrió hacia Lorienne y la abrazó, y la besó. Mientras Eurie y Daniel corrieron a ver a su profesor, quien estaba levemente herido y les explicaba que lo que había dentro del frasco era el último destello de un alma que había podido recolectar en el ritual.
Después, Eurie le dio el colgante a Eldren, quien le agradeció, lo contempló por unos instantes y dijo mirando a Lorienne: creo que esto es tuyo, cuídalo mucho. Lorienne miró a Eldren a los ojos y volvió a besarlo. Luego Eldren ayudó a Eurie y Daniel a subir a Murray al halcón gigante, donde viajaron el profesor y sus aprendices hasta el aula 201. Eldren y Lorienne los siguieron en la motocicleta del pícaro. Una vez en el aula, acostaron a Murray en una camilla y vendaron sus heridas. Pero al ver que no sanaba, el pícaro buscó en el laboratorio y encontró un pequeño frasco y le dio de beber el contenido a su amigo. Luego, dijo a los chicos que su profesor mejoraría pronto, Daniel preguntó que le había dado. A lo que Eldren respondió que las heridas alquímicas eran difíciles de sanar, por lo que tuvo que darle un preparado de álcali de avispa roja y melaza. El mismo que Murray le había dado a él cuando lo maldijo el nigromante.
Luego Eldren les dijo a los chicos que el se quedaría con Lorienne cuidando de Murray. Los chicos asintieron, saludaron, y su profesor les recordó que el próximo martes tendrían clase de alquimia. Después salieron del aula 201 y en el camino luego de hablar de lo que habían pasado Daniel abrazó a Eurie y siguieron caminando.